Laura Vazquez, Premio Goncourt de Poesía 2023: «Tenemos derecho a estar un poco locos»
En febrero de 2015 realicé esta pequeña entrevista a Laura Vazquez para mi sección de libros en PlayGround, pues algunos meses atrás había salido a la venta su primer libro de poemas La Main de la main, gracias al Prix de la Vocation.
Desde hace casi una década, Vazquez se ha convertido en una de las poetas más relevantes del mundo francófono, ha publicado varios poemarios, una novela ciertamente muy ambiciosa (como nos adelantó aquí, en esta charla), ha hecho un largo camino en el mundo de la música, ha sido editora de un fanzine maravilloso, titulado Revue Muscle, donde ha publicado a poetas experimentales de todo el mundo — le agradezco tanto, además, que me invitara y me tradujera junto a Óscar García Sierra en 2016 — , ha recibido múltiples becas y premios por su genial trabajo, ha sido traducida al español en Ediciones Neutrinos, de Argentina, y ahora mismo acaba de ganar el Premio Goncourt de Poesía a su trayectoria, pero especialmente después de la publicación de un libro torrencial como lo es Le livre du large et du long (Editions du Sous-sol, 2023), una epopeya extensa, que pone el cuerpo en el centro, que se pregunta por qué es lo que nos queda de humanos, y que celebra una poesía visceral, irónica, y de un curioso misticismo burlón.
Lo heroico en la obra de Vazquez es la palabra misma, atravesada por la carne y por el afecto. Fue en 2015 cuando, Laura Vazquez, preguntada por sus aspiraciones para esta entrevista con la que yo simplemente quise darla a conocer entre los lectores de poesía jóvenes de nuestro país, aseguró esto: «mi sueño en literatura es escribir el mejor texto del mundo, el más fuerte, el más grande, quiero sentir en el momento de escribir las mayores emociones del mundo, las fuerzas más grandes, estar completamente en el momento y sentir todo, atravesar todo, vivir todo, amar todo, destruir todo». Podría decirse, después de la lectura de Le livre du largue et du long, y también despueés de la concesión de ese importante premio en Francia, que tal vez el sueño esté parcialmente cumplido. Y digo parcialmente porque estoy convencida de que a Laura Vazquez aún le queda un camino largo, larguísimo, ancho, anchísimo. Ojalá su literatura siga iluminándonos por mucho tiempo. Para no dejar de celebrarla, comparto la entrevista de cuando aún teníamos veintipocos años y estábamos locas.
Gracias y felicidades, admirada Laura :
«Tenemos derecho a estar un poco locos» (2015)
Luna Miguel. Cuesta mucho encontrar un escritor joven en Francia (pienso en Cécile Coulon o en Thomas Deslogis, por ejemplo, cuyos nombres aún no son del todo conocidos), ¿a qué crees que se debe la absoluta desaparición de la figura de escritor joven en la escena literaria francesa?
Laura Vazquez. Sí, tienes razón. En poesía no se ven muchos poetas jóvenes. Quizás es simplemente porque, por ahora, hay pocos poetas jóvenes activos e inventivos, o a lo mejor es que se esconden, no sé.
En todo caso, tengo la impresión de que aquí es muy difícil deshacerse de los modelos, teorías e ideas de las generaciones precedentes. Hay que decir que en los años 90, hubo en Francia una gran renovación poética, con la creación de muchísimas revistas, festivales de lecturas y performances, publicaciones audaces, etc. Sobre todo, hubo grandes poetas performers y sonoros. Pero claro, esas formas y experiencias poéticas se fueron institucionalizando, fueron envejeciendo. Creo que hay que ir a por algo más allá de eso, algo más fuerte, más lejos en el pasado, más fuerte en las ideas también, en el presente. No podemos hacer la misma poesía que en los años 80, 90 o incluso 2000, las condiciones no son las mismas y las ideas no son las mismas y las herramientas que tenemos no son las mismas, tenemos acceso a millares de millones de informaciones, está también el horrible espectáculo del cinismo total de la humanidad, de la tierra que destruimos, los océanos que diezmamos, los bosques que quemamos. Todo es siempre nuevo, y la novedad del presente es la más terrorífica que hayamos conocido, nunca antes hemos creado tanto dolor y tanta crueldad, basta con ver cómo tratamos a los animales, está todo por escribir, hay tanto por escribir, por decir, dejando a parte incluso las ideas, el pensamiento, sentimos cosas, no podemos ser indiferentes, podemos creer que lo somos, pero no podemos serlo. Todos los días ocurren cosas inmensas, todo el tiempo. Hasta las cosas más pequeñas son demasiado grandes, más grande que nosotros, la vida es muy grande, tenemos que ser inmensos con ella para que la poesía llegue.
LM. El tuyo es un caso distinto: haces videopoemas, música, edición, te mueves en una escena independiente. ¿Cómo comenzaste tu andadura? ¿Quiénes son tus referentes?
LV. Yo soy muy activa porque la poesía es activa, nunca se para, en la muerte la poesía está viva también, está viva todo el tiempo.
Empecé a escribir muy joven, inventaba pequeñas oraciones, luego historias, y luego leí todos los libros de la biblioteca de mi pueblo, libros bastante clásicos, descubrí mundos increíbles, potencias más grandes que yo pero que viven en mí, que viven en todo. ¿Quién puede hablar de la luz de la tarde o del sabor del guacamole? Nadie, nadie puede hablar realmente de eso, no se puede hablar, es imposible, no funciona, siempre se pierde algo, pero podemos hacer poesía. Después, hice estudios de letras (ahora estoy terminando mi tesis). Y luego me fui de Francia, estuve viviendo en Barcelona y más tarde en Sevilla, en esa época conocí a Clara de Asís, una chica que hace música, con quien empecé a hacer lecturas de poesía y performances en lugares alternativos, y sentí que mi poesía se volvía más libre, ya no había límites, si quería gritar el grito era poesía, si quería callarme el silencio era poesía.
Durante noches y noches y días soñaba con la escritura, es exactamente lo que tengo que hacer en la vida.
Me hablas de referencias, yo me inspiro mucho de la música, mi música favorita es la de Clara de Asís, con quien trabajo, tiene mucho talento, acaba de sacar su tercer álbum. También me inspiran mucho los deportistas, hay que ver en youtube los vídeos de los mejores goles de Maradona o de Zidane, hay que verlos y comprender que todo existe ya y que ellos están en el movimiento de lo que existe, toman, toman lo que viene, están dentro, es sublime, es lo que ocurre cuando escribimos. Y entre los escritores, me gusta Nijinski, Lucrecio, Thomas Bernhard, Hubert Selby, Tony Duvert, Jamaica Kincaid, Pierre Guyotat, Upton Sinclair, Alejandra Pizarnik, Simon Allonneau y muchos otros.
LM. El mundo de la literatura está siendo golpeado por la Alt Lit, dos palabritas muy pequeñas que han significado cosas grandes sin embargo. Esta corriente ha influido a muchos países latinoamericanos, y también ha llegado a algunos países europeos… ¿qué se sabe de esto en Francia?
LV. En Francia no se sabe qué es la Alt Lit, no se tiene ni idea, aquí ella no existe. Por el momento.
LM. Has ganado un premio de literatura que se caracteriza por dar voz a los jóvenes. ¿Cómo te animaste a participar? ¿Hay mucha competencia? Allí conocí a poetas como Lysianne Rakotoson o como Ophélie Jaesan. ¿Tú las conoces? ¿Las lees? ¿Crees que hay una conexión entre estas autoras y, por ejemplo, tu trabajo?
LV. He escrito un texto que se llama La main de la main, después de haber leído una traducción de las cartas de Iván el terrible. Son increíbles, locas y majestuosas. Fue una lectura que me dio mucha fuerza, una enorme energía, muchas ideas y muchas melodías y escribí varios poemas, los escribí muy rápido, y se convirtieron en La main de la main. Después, los envié a la convocatoria del prix de la Vocation, porque pensé pensé que ese texto podía corresponder con la línea editorial de Cheyne éditeur, que publica textos bastante líricos, a veces más bien clásicos en la forma. Y tuve suerte. Antes de ese libro, había publicado dos textos de poesía en Derrière la Salle de Bains, una editorial underground, que ha publicado a autores que me gustan mucho, como Christophe Tarkos, Jacques Rigaut ou René Daumal.
Conozco los nombres de las chicas de las que me hablas, pero aún no he tenido la ocasión de leerlas. En Cheyne, en la colección del prix de la Vocation, me gusta mucho el libro de una autora que se llama Linda Maria Barros.
LM: Háblame de ti, de tus aspiraciones y de tus sueños en la literatura.
LV. Mi sueño en literatura es escribir el mejor texto del mundo, el más fuerte, el más grande, quiero sentir en el momento de escribir las mayores emociones del mundo, las fuerzas más grandes, estar completamente en el momento y sentir todo, atravesar todo, vivir todo, amar todo, destruir todo.
Más concretamente, acabo de terminar un pequeño libro que se llama Serpent, inspirado de los dibujos de Henry Darger, que se editará con sonido, podrá escucharse una grabación de mis lecturas con la música de Clara de Asís. Y acabo de empezar un nuevo libro de poesía, libre, abierto, espero descubrir grandes sensaciones en ese libro, espero que sea muy vivo e incluso más vivo que yo. Y después, mi próximo próximo libro será una novela, una novela es un gran trabajo de construcción, por ahora estoy tomando miles de notas, es mi proyecto más ambicioso.
LM. Y por último, cuéntame cómo crees que se podría derrotar a ese “viejismo” que invade la cultura francesa. Siendo tan abiertos en el terreno cinematográfico, artístico o periodístico, ¿qué paso le queda dar a la industria editorial?
LV. Lo que le falta seguramente es la rabia. ¿Cómo hacer venir la rabia? La rabia sin modelo, la verdadera rabia. ¿Cómo hacer que llegue? Paseándose por la calle. En Marsella, y en todos sitios, hay niños tirados en colchones por la calle, niños ensuciados que todo el mundo desprecia, está todo fatal. Por un lado están los dominantes y por otro lado están lo dominados. Todos los sistemas de dominación, hay que quebrarlos, hay que romperlos todos, estamos encerrados ahí dentro, tenemos que romperlo todo. Hay dos grandes problemas: la indiferencia y el cinismo. Creo que lo raperos son los que mejor hablan de ello, los que más rabia tienen, hay artistas magníficos en el rap, pienso por ejemplo en Keny Arkana, una rapera marsellesa contestataria.
También falta lo irracional y el misterio. La religión aquí es la religión del laicismo, la razón, se ha vuelto un dogma, se ha vuelto una esclerosis. Aquí, la gente se burla de las mujeres que llevan el velo, se les insulta, y eso no es más que un ejemplo.
Yo creo que tenemos derecho de estar un poco locos, un poco obsesionados, tenemos derecho de creer en dios o de creer en lo que sea o de no creer en nada, tenemos que recordar que podemos tener imaginación, fuerza o locura, en todos los ámbitos, a todos los niveles, tenemos derecho a eso, de creer en lo que creemos, eso es lo mejor que tenemos.