Yu Yoyo: “El COVID-19 no sólo ha acabado con nuestro derecho a elegir, también amenaza nuestro derecho a estar vivos”

Una conversación sobre poesía y vida con la poeta Yu Yoyo (Sichuan, 1990), que vive confinada desde hace más de un mes en su apartamento de Chengdu

Luna Miguel
8 min readMar 31, 2020

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[Conocí a Yu Yoyo gracias al proyecto 89plus hace algunos años. Su poesía me impresionó mucho — la representación del cuerpo, el imaginario surrealista, la animalidad — igual que su trayectoria: es una de las jóvenes poetas más premiadas de China, y su obra se ha traducido al coreano, francés, sueco, japonés, español e inglés. De hecho, en 2019 publicó ‘My Tenantless Body’ en Reino Unido, país por el que estuvo viajando algunas semanas. Ahora, Yoyo se encuentra confinada en su casa de Chengdu desde hace más de un mes. He querido charlar con ella a propósito de los momentos difíciles que atraviesa nuestro mundo. Sus respuestas están llenas de pesimismo, pero también de cierta belleza].

Querida Yu, lo primero: gracias por concederme esta conversación. Aunque también quería expresar cierta tristeza, pues siento que después de casi una década conectadas, tenga que ser una crisis como la que vivimos lo que nos ponga a charlar… Dicho esto, ¿cómo estás? ¿Cómo te encuentras?

En realidad ahora mismo no me encuentro demasiado bien. Estoy un poco deprimida porque a diario me enfrento a noticias de enfermedad y de muerte. Secretamente he llorado desde mi habitación por la suerte que están corriendo personas a las que incluso desconozco. Por mi parte, llevo más de un mes aislada desde el brote de COVID-19. Apenas he pisado la calle. Este tipo de situación es compleja para todo el mundo. De hecho, yo solía trabajar desde casa, y tampoco es que antes de todo esto saliera demasiado… pero al menos tenía la certeza y la satisfacción de hacerlo por mi propia elección. Ahora es muy distinto: que te fuercen a quedarte en casa es incómodo porque sabes que has perdido toda libertad. Siempre decimos que queremos ser dueños de nuestra vida, ¿no? Pues el COVID-19 no sólo ha acabado con nuestro derecho a elegir, también amenaza nuestro derecho a estar vivos.

Tus redes sociales, que antes estaban llenas de color, ahora están plagadas de imágenes oscuras, y a veces con duras reflexiones sobre política o sobre el propio virus, ¿cómo ha afectado la pandemia a tus procesos creativos?

Es un instinto humano reaccionar así. Un escritor es ante todo una persona que tiene que estar en comunicación directa con la vida. En el trabajo de un escritor, lo más importante es convertir esta reacción en palabras, y pensar profundamente en por qué los humanos estamos sufriendo tanto ahora. He escrito algunos textos ensayísticos al respecto durante la cuarentena, porque me sentía ansiosa de encontrar respuestas a las cosas que estaba viendo y experimentando. Aunque el resultado de esos textos no me convence, al menos he aprendido a insistir en encontrar la idea de verdad durante proceso creativo.

En España, que en este momento el país de Europa con más infectados y muertos, después de Italia, llevamos dos semanas confinados, y el debate sobre el papel de la creación y la cultura es muy intenso. Por un lado, las librerías están cerradas y el sector editorial tiene miedo a grandes pérdidas. Por otro, existe una conversación, a veces estéril, alrededor de “cómo narrar el coronavirus”. ¿Ha pasado algo parecido en tu país?

Algo similar sucedió al principio en China. Algunas librerías cerraron, mientras que otras recurrieron a Internet en busca de ayuda, con la esperanza de que los lectores pudieran comprar libros en línea para ayudar a las ventas. Las mayoría de las editoriales aquí, sin embargo, son empresas controladas por el estado chino, por lo que su situación no es tan mala. También hubo una discusión entre ciertos escritores sobre si había que narrar o no COVID-19, y cómo abordarlo. Ya sabes, las personas tenemos tantas emociones y pensamientos que expresar cuando vivimos un desastre… pero también considero que debemos hacer una distinción entre lo que expresamos como ciudadanos y lo que expresamos como escritores. La expresión del escritor, en realidad, tiene una aspiración artística. La literatura debería ser más reflexiva que el discurso común, y en este momento, considero que los escritores necesitamos más tiempo para observar, pensar y entender lo que nos está ocurriendo como sociedad. Con esto no quiero decir que la literatura deba estar ausente de nuestras vidas, pero en circunstancias como esta, donde la actualidad pesa tanto, la paciencia del artista es fundamental.

¿Y se han publicado ya libros (ensayos, novelas, poemarios) al respecto? ¿Los has leído? ¿Qué nos puedes decir de ellos?

Algunas cosas, algunos poemarios, pero no quiero leerlos. Como respondí a la pregunta anterior, la reflexión sobre un desastre así exige tiempo. Gran parte del valor de lo que ahora se publique residirá simplemente su cualidad de registro. Quizás se haya publicado algo bueno… tampoco lo creo.

Hace algunos meses los medios de comunicación occidentales miraban con cierta superioridad todo lo que tenía relación con el virus. Pero luego nuestros gobiernos no han sabido reaccionar a tiempo… ¿Cómo se ha vivido desde allí este cruce de acusaciones entre naciones?

En mi opinión, es la diferencia de culturas y de políticas lo que nos conduce a malentendidos y prejuicios. Lo cual no descarta que los políticos y los medios de comunicación sean deliberadamente mentirosos o engañosos tanto allí como aquí. En este momento, nuestra capacidad de explorar la verdad y de pensar con independencia es particularmente importante. Debemos ser muy cautelosos con las mentiras que nos quieren hacer creer.

A propósito de la mentira, la activista boliviana María Galindo ha escrito lo siguiente: “Parece ser que no solo yo tengo coronavirus, sino que lo tenemos todas, todes, todos; todas las instituciones, todos los países, todos los barrios y todas las actividades. Lo que está claro es que el coronavirus, más que una enfermedad, parece ser una forma de dictadura mundial policíaca y militar”. ¿Qué piensas de esa reflexión?

Si pensamos el COVID-19 como un símbolo o una metáfora de algo, podemos caer en el error de representarlo como cualquier cosa. Que a través de él estemos hablando más sobre política, cultura, sociedad, tecnología y civilización, es porque estos temas nos importan, tienen gran impacto en nuestras vidas, tanto positivo como negativo. Pero claramente, el COVID-19 es sinónimo de desastre. Hoy lo usamos para reflexionar sobre los problemas y las deficiencias de nuestras sociedades, y comparar las fortalezas y debilidades de los diferentes regímenes mundiales. También parece haberse convertido en una oportunidad para detectar problemas del pasado. Lo interesante de COVID-19 es que trata a todos los países, a todos los gobiernos por igual… es decir, no trata bien a nadie. Las diferentes medidas que estos países adopten tendrán a su vez diferentes efectos. Es probable que el virus pruebe la capacidad de ciertos modelos de gobierno… o incluso que desencadene cambios y nuevas revoluciones por el mundo.

En tu participación en ECRIRW, decías lo siguiente: “cuando escribo, soy una persona libre”. ¿Qué quiere decir para ti la palabra “libertad” en el contexto de esta crisis? ¿Qué significa ser libre en 2020?

Hoy la libertad es una palabra triste. La hemos perdido por completo. El COVID-19 nos encerró en casa. Por decir algo positivo: al menos ahora podemos apreciar más su valor. La libertad es un derecho natural del ser humano, pero se entiende de manera diferente debido a los distintos países y regímenes desde los que la pensamos. Quizá sea porque a mí se me ha privado de ella en algunos contextos, pero creo que la libertad es más importante que la literatura. La literatura sólo es una manera de perseguirla. Tengo un amigo muy inteligente que vivía en Reino Unido, y que me dijo que, mientras creyera en la libertad, “volar no sería sólo cosa de los pájaros”. Después de esta crisis de 2020 estoy convencida de que tendré que seguir buscando mi libertad, y estoy más que dispuesta a luchar por ella.

Cuando supe que íbamos a hablar, lo anuncié en mis redes y pregunté si alguien quería hacerte una pregunta. Una de las más repetidas fue “¿se puede encontrar belleza en el confinamiento?” A lo que yo añado: en tu opinión, ¿el trabajo de un escritor debe ser el de encontrar belleza, o por lo contrario el de analizar críticamente “la fealdad” que nos rodea?

Ya sabes, en una sociedad como la nuestra, en la que todo ocurre rapidísimo y donde las personas están ocupadas con todo tipo de cosas, es muy difícil detenerse y disfrutar de la vida. Para mí, desacelerar es una forma de belleza. En el momento de la cuarentena, tengo tiempo de percibir lentamente el paso del tiempo, puedo sentir mi respiración y mi cuerpo con más cuidado, lo cual es hermoso. Por eso creo que el trabajo del escritor es combinar las dos cosas, encontrar belleza y fealdad, porque así es precisamente como se nos muestra el mundo real. Por otro lado, la crítica también puede ser una forma de búsqueda de la belleza. De lo contrario, si no quieres que las cosas mejoren, ¿por qué criticarlas?

El año pasado estuviste viajando por Europa, donde compartiste días con escritores jóvenes, traductores… ¿qué te atrajo más del panorama literario europeo? ¿Y cuál es el estado de la poesía en tu país en comparación?

La vitalidad y creatividad de la juventud europea es lo que más me atrajo. En una sociedad pluralista, cada persona me resultó muy diferente y cada uno tenía sus características únicas. Siento que allí los creadores pueden tejer una red de amistades muy atractiva, lo que da pie a comunicarse, jugar juntos e inspirarse mutuamente. En China, no hay tanta gente que escriba y lea poemas, y sin embargo la poesía sí tiene un peso muy importante en la historia de la literatura china. Todavía hay algunos jóvenes que sueñan con ser poetas, y esperan tener más oportunidades de mostrar su trabajo en el futuro.

¿Y tú perteneces a algún tipo de “grupo literario” o generación?

Me han llamado “poeta post-90” en China, pero odio especialmente esta etiqueta. Los poetas deben ser considerados como tales, independientemente del género o la edad que tengan. Odio ser contabilizada en un grupo, pues eso significa que mi personalidad será ignorada, y que se juzgará mi obra en términos muy generales. Siempre he sido una poeta independiente, no pertenezco a ningún grupo, no quiero perder mi identidad entre la de otras personas. Lo que sí me gusta hacer amigos que son muy diferentes a mí, para poder aprender de ellos.

Desde que empecé a leerte en 2012 siempre he visto en tu literatura una obsesión por lo corporal, incluso por la enfermedad, o por lo animal… ¿de dónde vienen esas obsesiones? ¿Cuándo empezaste escribirlas?

Quizás sea debido a mi sensibilidad, pero siento un particular apego hacia los seres vivos y me fascina el estudio del cuerpo humano. Pero esto es solo una parte de mi trabajo, también escribo poesía sobre muchos otros temas. Espero que pronto se publiquen. Yo comencé a escribir y publicar mi poesía en Internet cuando tenía 14 años, y un editor de una revista me descubrió y me pidió que publicara algunos poemas en papel a los 16.

Después de tantos años escribiendo en Internet, ahora has empezado a publicar poemas directamente en inglés en tus redes sociales. ¿Por qué? ¿Se trata de un reto creativo? ¿O quizá de la voluntad de llegar a público extranjero? Si es así, y aprovechando que tal vez esta conversación la lean algunas personas desde España y América Latina… ¿hay algún mensaje, reflexión o advertencia que quisieras enviarnos? La página está en blanco: este espacio es tuyo.

Intento escribir poesía en inglés por dos razones. En primer lugar, quiero practicar mi inglés. El segundo, quiero deshacerme de la limitación de la lengua materna. Cada idioma me entrega una forma específica de pensar, y con el tiempo, el lenguaje puede encerrarte. Quiero usar otro idioma para probar otras maneras de pensar. Quiero usar otro idioma para encontrar nuevos caminos.

Sobre si hay algo que quiera decir: sólo deseo que sobrevivamos a este gran desastre. Ahora nada más importa.

Sobrevivamos, pues.

Gracias por tus palabras, amiga,

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